Historia de cruceros · American Star, por Claudia Engblom – Fue en la no tan lejana época de 1939 cuando se fletó en Estados Unidos un barco bautizado como SS America, que pasaba a formar parte de la flota de “United States Lines”. Era considerado el más elegante de la época por sus bellos interiores, que fueron diseñados íntegramente por mujeres inspiradas por las revistas más modernas de la época. A su vez, poseía todas las medidas de seguridad esperadas por un barco que nacía a la vez que la Segunda Guerra Mundial, como refuerzos del casco y compartimentos estancos.
Por ello, la marina lo compró en 1941 y lo acondicionó para transportar en él miles de soldados. Fue renombrado como USS West Point, pero al ser pintado de camuflaje de colores grisáceos era más conocido por el fantasma gris.
Tras los años que sirvió a los Estados Unidos en la guerra nunca sufrió ningún ataque, ni tampoco ninguna avería importante, lo que no impidió que en su interior se produjeran muchas historias en las decenas de travesías que realizó cruzando el Atlántico y en ocasiones también el Pacífico. Cabe destacar, entre muchas otras algo más anónimas, la de los dos espías nazis que fueron descubiertos infiltrados entre la tripulación de este majestuoso buque.
En 1946 fue devuelto a la flota estadounidense y reacondicionado como crucero, compitiendo con otros de la talla del Queen Mary y el Queen Elizabeth de Cunard Line. Se hizo muy popular por la época bélica que guardaba a sus espaldas y por la idea de remodelación. Lo común hubiera sido pensar que lo modernizarían, pero en cambio, decidieron reconstruirlo tal y como era en el momento de su fletamiento.
Tras el fin de la época dorada de los cruceros fue vendido a una línea griega que lo rebautizó como SS Australis y le encomendó las rutas Europa-Australia. Durante ese periodo se podía considerar como un museo flotante al conservar su interior ante los cambios varios de su pintura exterior. No obstante no tuvo mucho éxito y cambió varias veces más de dueño y de nombre.
Hasta que finalmente volvieron a adquirirlo para convertirlo en un hotel flotante en Tailandia y fue bautizado como American Star. Durante su viaje en 1994 era remolcado hacia la escala prevista en Canarias cuando una fuerte tormenta sorprendió a los marinos encargados del transporte del buque. Se rompieron las amarras encargadas de unir el American Star al remolcador por lo que se envió a seis marineros a bordo. Estos no consiguieron su propósito y terminaron a la deriva frente a las costas canarias. Afortunadamente pudieron ser rescatados, pero el American Star no corrió la misma suerte y acabó embarrancado en la playa de Garcey, en la isla de Fuerteventura.
En menos de 48 horas el barco se partía por la mitad y la parte de popa se perdía con las corrientes, mientras que la proa se conservó durante años como un reclamo turístico para la isla majorera. Los habitantes de la isla cometieron la temeridad de entrar al barco ya encallado para desvalijarlo por completo. Aunque pudieron obtener muchas piezas de valor que se encuentran repartidas por la isla, el precio a pagar fue muy caro, pues varias personas han perdido la vida en el intento.
Pero no solo fallecieron los intrépidos que los primeros días se dedicaron a saquear el barco, también otras personas que subían a los inestables restos para inspeccionarlos por mera curiosidad. El atractivo hecho llegó a su fin en 2007 cuando los restos se fueron a pique tras unos sorprendentes 13 años sobre los bancos de arena de la playa. Al observar las siguientes imágenes y posteriores vídeos que compartimos no es de sorprender la impresión de los visitantes que se acercaban por las pistas de tierra que comunicaban con la famosa playa.